Otro! ¿Será? ¿Cómo es posible?
Creo que la respuesta yace muy dentro de mí, en los oscuros recuerdos, en aquellos días que las lagrimas cayeron al suelo, mal gastadas en una vida que no me satisface, en una búsqueda de jamás acabar.
Recuerdo aquellos tiempos ¿Tu?
Es interesante, como se divide la vida, se divide mi cabeza, mi ser en su parte real y una imaginaria.
Ambos viven juntos y separados. Pelean constantemente, retenidos entre paredes de ética y razones creadas o impuestas.
Uno bebe para contener mucho si se lo propone y aunque no me creas, yo puedo contener lo incontenible, domar al incontrolable caballo pasional de Platón.
La vida te dice que debes controlar a tu cuadriga, razón y pasión. Hay pasión a donde has ido que me has abandonado una vez mas. Solo vuelves a ratos imperceptibles para mi yo real.
Este rostro que se desfigura dentro una máscara, podría decir tanto y nada en lo absoluto.
Mirar a medias, hablar a medias, tejiendo una bufanda de cadenas, pesada cual es la cruz del destino, aquella hecha de hojas desojadas del árbol de la vida.
Solo que tengo miedo, de que mi lado perverso se despierte, se revele, se vuelque contra mí, con cólera de mil años de opresión racional, de autocontrol y de ética impuesta.
La venganza será terrible! La lucha será hasta el último hombre, hordas incontrolables bajaran de desde mi cerebro y conquistaran músculo, carnes y huesos, movimientos y gestos, sonidos y boca, manos y caricias, besos y lengua.
Miro tu rostro y la batalla comienza, la mitad se mueve y la otra no.
Una mano ataja la otra.
Perdona si puedes, disculpa si prefieres o olvida si eso te conviene.
Te quiero así, no siendo yo sino otro. Solo lo puedo hacer de esta forma, por que no se hacerlo de otra manera.
Maneras hay muchas, métodos no tantos y remedios solo un puñado.
No es valiente ni determinado, pero constante, busca gotas en el río que cruza frente a el.
Lo bello de lo platónico, se vuelve absurdo e incansable. Agujeros en el corazón, uno hecho a fuego y sangre, golpes y caricias.
Solo que a veces y solo a veces, como y ahora, no soy yo, sino otro.
Creo que la respuesta yace muy dentro de mí, en los oscuros recuerdos, en aquellos días que las lagrimas cayeron al suelo, mal gastadas en una vida que no me satisface, en una búsqueda de jamás acabar.
Recuerdo aquellos tiempos ¿Tu?
Es interesante, como se divide la vida, se divide mi cabeza, mi ser en su parte real y una imaginaria.
Ambos viven juntos y separados. Pelean constantemente, retenidos entre paredes de ética y razones creadas o impuestas.
Uno bebe para contener mucho si se lo propone y aunque no me creas, yo puedo contener lo incontenible, domar al incontrolable caballo pasional de Platón.
La vida te dice que debes controlar a tu cuadriga, razón y pasión. Hay pasión a donde has ido que me has abandonado una vez mas. Solo vuelves a ratos imperceptibles para mi yo real.
Este rostro que se desfigura dentro una máscara, podría decir tanto y nada en lo absoluto.
Mirar a medias, hablar a medias, tejiendo una bufanda de cadenas, pesada cual es la cruz del destino, aquella hecha de hojas desojadas del árbol de la vida.
Solo que tengo miedo, de que mi lado perverso se despierte, se revele, se vuelque contra mí, con cólera de mil años de opresión racional, de autocontrol y de ética impuesta.
La venganza será terrible! La lucha será hasta el último hombre, hordas incontrolables bajaran de desde mi cerebro y conquistaran músculo, carnes y huesos, movimientos y gestos, sonidos y boca, manos y caricias, besos y lengua.
Miro tu rostro y la batalla comienza, la mitad se mueve y la otra no.
Una mano ataja la otra.
Perdona si puedes, disculpa si prefieres o olvida si eso te conviene.
Te quiero así, no siendo yo sino otro. Solo lo puedo hacer de esta forma, por que no se hacerlo de otra manera.
Maneras hay muchas, métodos no tantos y remedios solo un puñado.
No es valiente ni determinado, pero constante, busca gotas en el río que cruza frente a el.
Lo bello de lo platónico, se vuelve absurdo e incansable. Agujeros en el corazón, uno hecho a fuego y sangre, golpes y caricias.
Solo que a veces y solo a veces, como y ahora, no soy yo, sino otro.
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